Un día soñamos en tener una casa, pero unos años después se agregó llegar a tener un taller. A pesar de toda la ayuda familiar que recibimos y agradecemos, el espacio que necesitábamos parecía inalcanzable por sus costos elevados para los ingresos nuestros.
Pero nada nos alejó de ese deseo, un día sentada en el jardín pasando la tarde con una amiga, imaginé que si un albañil podía levantar una casa por qué nosotros no... Así que nos compramos un trompito para mezclar los materiales y una bella carretilla y empezamos a construir. Hicimos la prueba con una habitación chica y salió buenísima, de ahí nos fuimos a la planta alta donde hoy es el taller principal donde trabajamos mucho y después bajamos a hacer nuestra cabaña-taller para trabajar y guardar piezas/materiales.
Si algo podemos decir de nuestra experiencia es: que el trabajo del obrero es durísimo! (valórenlo), que el esfuerzo bien valió la pena porque hoy lo disfrutamos todos los días y que a veces hay sueños que parecen inalcanzables pero se cumplen con todas las ganas del mundo
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